Apps de lectura rápida versus comprensión lectora

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Hace unas semanas, en el marco del Mobile World Congress celebrado en Barcelona, se presentó Spritz, una aplicación de lectura rápida para el smartphone Galaxy S5 y el smartwatch Galaxy Gear 2 de Samsung, que se suma a otras alternativas «open source» disponibles para web. El sistema muestra en una sucesión rápida las palabras de un texto previamente seleccionado. El usuario puede escoger la velocidad a la que desea que se muestren las palabras, en un intervalo que va de las 200 a las 1.000 palabras por minuto; de tal forma que quienes sean capaces de acoplarse al ritmo de lectura que marca el baremo más alto podrían leer un libro de Harry Potter en menos de lo que dura un partido de fútbol.

Tras su presentación, varias han sido las voces que han manifestado su escepticismo sobre este tipo de lectura; ahora, un estudio llevado a cabo por Elizabeth R. Schotter, Randy Tran y Keith Rayner, del Departamento de Psicología de la Universidad de California en San Diego, muestra los inconvenientes de estos desarrollos en lo que respecta a la comprensión lectora. Los resultados del estudio confirman que los movimientos oculares que hacemos durante la lectura desempeñan un papel crucial en el proceso de lectura.

La habilidad del ser humano para controlar el ritmo y la secuencia de absorción de información de un texto es fundamental para su comprensión; los ojos del lector retroceden entre el 10 y el 15 por ciento del tiempo de lectura para releer porciones de texto. El cerebro controla el movimiento de los ojos por un texto para el lector lo comprenda; y existe «una conexión cercana entre los procesos de comprensión y las regresiones», regresiones que las aplicaciones de lectura rápida no permiten.

En la investigación han participado cuarenta estudiantes universitarios sin problemas visuales, que se enfrentaron a textos normales y a otros donde las palabras iban transformándose en secuencias de X conforme el alumno las leía, tal y como sucede cuando desaparecen de la pantalla en las aplicaciones de lectura rápida. Los resultados mostraron que, independientemente de la complejidad de un texto, los estudiantes lo comprendían mejor cuando podían volver atrás en su lectura.

Ya sabemos que la cantidad de lecturas no determina (necesariamente) la calidad de la lectura; este tipo de desarrollos y estas investigaciones muestran que tampoco lo hace la rapidez. La lectura es un proceso complejo que requiere de tiempo y dedicación. Si alguien quiere leer Harry Potter en noventa minutos, nuestra sugerencia es que disfrute de su adaptación a la gran pantalla.

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