Realidades e implicaciones de la escasez de práctica de la escritura manuscrita en los niños

Realidades e implicaciones de la escasez de práctica de la escritura manuscrita en los niños

La práctica de la escritura ha adoptado nuevas formas. Este hecho ha motivado el que dejemos un tanto de lado la escritura manuscrita. Algo especialmente significativo entre los niños y jóvenes. Hoy revisamos sus implicaciones.

Hace unos días veía la luz una investigación del National Literacy Trust en torno a los hábitos de escritura de los niños y jóvenes británicos. Los resultados ponían de manifiesto que la práctica de la escritura manuscrita ha descendido notablemente. A continuación, revisaremos algunos aspectos de interés de esta investigación. Además, comentaremos las implicaciones que esta nueva realidad tiene en el desarrollo y la formación de las nuevas generaciones.

Según el informe Children’s and Young People’s Writing in 2015, sólo un 20,7% de los niños y jóvenes escribe diariamente fuera del aula (frente al 27,2% de 2014). De hecho, un 28,1% afirma que rara vez o nunca escribe algo que no sea para la escuela. También ha bajado notablemente el porcentaje de interés por la escritura (del 49,3% al 44,8%).

En contraposición, los índices de escritura con teclados o dispositivos táctiles no paran de aumentar. También los resultados relativos a la lectura. De hecho, la frecuencia de lectura diaria ha aumentado del 29,1% en 2010 al 43% en 2015. Y el porcentaje de niños y jóvenes que disfrutan con la lectura también ha registrado un aumento, del 49,1% en 2010 al 54,8% en 2015.

Tal y como se afirma en este informe, estos hechos podrían tener unas implicaciones negativas en el rendimiento escolar de niños y jóvenes. Y aunque la investigación se ha llevado a cabo en Reino Unido, es fácil que sus resultados sean extrapolables a la realidad española. Así que veamos las implicaciones que esto tiene.

Particularidades de la escritura manuscrita frente a la escritura con teclados y dispositivos digitales.

La escritura manual mueve a los estudiantes a tomar apuntes seleccionando y jerarquizando la información que transcriben. Y activando los mecanismos mentales de atención y retentiva. Así, se produce un procesamiento cognitivo más profundo. Y un aprendizaje de calidad superior que con el acto mecánico de teclear. Incluso se ha demostrado una asociación entre la buena caligrafía y unos mejores resultados académicos.

Y es que el mito de que la escritura manual no es más que una aptitud motriz es totalmente erróneo. Obtenemos mejores resultados en términos de interiorización al escribir a mano porque el cerebro recibe retroalimentación por tres vías: el oído, la vista y la actividad motora. Los movimientos se transforman en memoria motora, que crea conexiones nuevas entre lo que se oye, se escribe y se lee.

Por ello, es interesante que se pongan en marcha proyectos como Escribir como lectores, promovido por AELE y la Fundación SM. Su objetivo: generar una comunidad de lectores y escritores, y contribuir al desarrollo de la escritura literaria desde una perspectiva intertextual. Podéis ampliar la información sobre él en este enlace.

Apuntes finales respecto a la práctica de la escritura manuscrita y las nuevas realidades.

Interactuar con el mundo utilizando nuestras manos tiene efectos realmente importantes para nuestra cognición. Y escribir a mano cambia la función cerebral y puede cambiar el desarrollo del cerebro. Esto nos alerta, una vez más, de la profunda reflexión que se ha de hacer en relación con la incorporación de tecnología en entornos educativos. Su interés y su potencial son innegables. Pero para que estas herramientas se conviertan en aliadas del aprendizaje es necesario ser críticos y tener presentes los cambios metodológicos que implica su incorporación al aula. Porque si no sabemos escribir, no sabemos pensar.

«El pensamiento siempre se hace en el lenguaje y está totalmente ligado a la palabra. Pensar, de forma distinta a otras modalidades de la conciencia, es siempre lingüístico, siempre un uso del lenguaje». En : Lógica formal y Lógica trascendental, de Edmund Husserl.

 

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